Con espectaculares vistas sobre la bahía, situada sobre la colina la
casa se deja caer hacia el mar.
En un terreno con hierbas largas
y duras, hamacadas por el viento, que acentúa las formas arquitectónicas, se desarrolló
el partido arquitectónico en forma de T, bajando la colina, para contrarrestar
los vientos fuertes. Una de las alas de la T, la inferior, tiene el dormitorio
de los padres, la oficina y el estar; mientras que el ala perpendicular tiene
los dormitorios de los chicos.
La casa se aferra a la tierra, y va bajando por la colina hasta llegar
al borde. Desde las pasarelas que se extienden se siente el mar, convirtiéndose
en una tribuna para su visualización.
Interiormente usando una paleta de colores mínimos se logra una mejor conexión
con el paisaje exterior y se permite que la luz natural domine los espacios
predominantemente blancos.
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