Se partió de una sencilla y típica casa de pueblo, antigua, de otro tiempo, y como tal carente de las características que posee la arquitectura contemporánea. Esta vivienda pertenece a una época en la que eran otros los objetivos que se buscaban, respondiendo lógicamente a las necesidades del momento.
Hoy, a la hora de proyectar una vivienda, los arquitectos enfrentamos
nuevas premisas, ya que los recursos y necesidades del cliente son diferentes.
Sin embargo, lo que podría parecer un impedimento a la hora de satisfacer esas
necesidades y alcanzar el nivel de confort deseado, se han salvado con una
interesante propuesta donde el respeto por lo existente es premisa fundamental.
A partir de ese principio, se ha ido transformando todo el interior incorporando
materiales y tecnología actuales que se ponen al servicio de una idea rectora y
contribuyen a su materialización logrando un excelente resultado final.
Se trabaja el espacio interior sectorizándolo, articulando esos subespacios,
tal como podría suceder en otro tipo de estructura contenedora preexistente,
dentro de la cual con inteligentes propuestas funcionales y una interesante
resolución de diseño, se van materializando con acertado equilibrio entre lo nuevo
y lo viejo.
Grandes aventanamientos hacia la terraza garantizan abundante luz,
conservando los pequeños vanos de la envolvente que dan hacia la calle
respetando así la fisonomía exterior original y su relación con el entorno. Una
terraza que proporciona aire, sol, cielo y agua, se obtiene calando el techo
inclinado, desmaterializándolo, quedando solamente la estructura de vigas de
madera original. Debajo de esta cubierta virtual, el espacio exterior se
disfruta plenamente y para eso se acompaña con un espejo de agua ubicado sobre
un deck.
En cuanto al interior, todo lo
existente se respeta como en el conjunto en general, se conservan elementos
como los muros de piedra, el techo inclinado y su estructura maderera muy
antiguos todos. Y para crear los necesarios sectores de la vivienda se
incorporaron tabiques blancos para aumentar la luminosidad y contrarrestar con
la piedra, pero no llegan hasta el techo, sino que se completa su altura con
paños de vidrio que permiten garantizar la privacidad y a la vez dejan pasar la
luz. Es de destacar el buen criterio para ubicar los centros de luz, los cuales
quedan ocultos detrás de los blancos tabiques creando un juego de luces que
destacan el contraste entre muro de piedra y muro liso y blanco.
El resultado, una vivienda que partiendo de un espacio preexistente,
logra una resolución llena de confort, buen diseño y contemporaneidad.
Fuente: gloriaduranarquitecte.com
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