martes, 9 de diciembre de 2014

CASA DE CAMPO EN EL ESTADO DE NUEVA YORK


Buscando recuperar el contacto con la naturaleza, que había perdido viviendo en la ciudad de NY, y tratando de volver a su entorno de la infancia en los campos de California, la dueña de esta cabaña salió a la búsqueda de “su sitio ideal” y lo halló en esta propiedad muy sencilla de 1940, rodeada de campo, pero cerca de la gran ciudad, donde desarrolla su actividad de diseñadora.
En medio de un silencioso y tranquilo entorno campestre, se levanta esta simple cabaña de madera oscura, con un interior sorprendentemente luminoso, logrado a partir de la remoción de las pequeñas ventanas de la sala, las que fueron reemplazadas por paños vidriados de mayor dimensión, ya que una de las premisas de sus nuevos propietarios era poder captar desde el interior el magnífico paisaje campestre, salpicado de casas aisladas en medio de un marco verde, matizado con coloridos follajes de añosos árboles.


Todo ese paisaje entra en el interior a través de los ventanales que además conducen al deck, donde se crea un confortable espacio bajo la pérgola, desde donde disfrutar los soleados atardeceres.


Su interior muestra una interesante propuesta donde lo rústico se combina con lo industrial, alternándose con piezas vintage, pero por sobre todo esto prima la sencillez y el equilibrio entre los estilos, ya que ninguno prima sobre el otro. Así conviven en este espacio, muebles de los 40 y 50, lámparas de marcado acento industrial, al igual que los detalles de piezas metálicas de los baños, o la antigua cama de hierro del cuarto principal, rústicos muebles de madera como la mesa de arrime del estar y la isla de la cocina la que se acompaña con hermosos bancos artesanales hechos en madera.


Cada detalle tiene su historia, su identidad, todo combinado dentro de ambientes luminosamente blancos y simples que ayudaron a devolverle a esta antigua casa de campo, vida, frescura y sobre todo, valor.


Fuente: nytimes

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