Color y elegancia, y por
supuesto, mucha audacia a la hora de tomar decisiones, son las claves que hacen
tan particular a este departamento ubicado en Vasastan, un barrio de Estocolmo.
Forma parte de un edificio de
1960, que comparte el pulmón de manzana con otros edificios, dando por
resultado un gran espacio verde, sobre el cual se desarrolla una terraza
privada a nivel del parque, dotándolo de una fabulosa expansión al aire libre. Estos
amplios ventanales sumados a los
aventanamientos hacia el lado opuesto que da a la calle, les proporcionan a todos
los ambientes, abundante luminosidad y aire.
Así se logra un interior diáfano,
dentro del cual el uso del color ha sido detalladamente pensado. Una paleta muy
variada, de colores brillantes e intensos, pero que sin embargo no impidieron
alcanzar un resultado absolutamente elegante, donde lo clásico se junta con lo vanguardista.
Una composición casi ecléctica, pero muy relajada, va dando forma a los
distintos sectores dentro de un gran ambiente donde conviven estar, escritorio,
sector de lectura, comedor, y cocina, todo precedido por un amplio recibidor
que también forma parte de este espacio. Desde allí se derivan los cuartos en
los cuales no falta el toque de color.
En la cocina, un blanco
brillante en el equipamiento hace que se mimetice con los muros de la
envolvente, dejando a la mesa y las sillas ser los protagonistas de este
sector.
Violeta, rojo, naranja, verde,
amarillo, negro y azul, en sus variados tonos, van tiñendo objetos de todo tipo,
tapizados, y carpetas, con acertado
equilibrio. Una muestra de que vale la pena animarse.
Fuente: behrer.se
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