Con el propósito de crear un
espacio continuo e integrado pero con sectores marcadamente diferenciados y con
un decidido acento minimalista, se recicló esta planta baja, perteneciente a un
pequeño condominio de tres pisos ubicado en Montreal, construido en 1887.
La idea rectora que dio forma a
la propuesta, tenía como premisa captar la mayor cantidad posible de luz
natural, rescatar el antiguo y original muro perimetral de ladrillos y la estructura
metálica.
En la cocina, que se desarrolla
a todo lo largo de la unidad, el contraste del ladrillo con las brillantes
superficies negras, hacen de éste, el sector más atractivo del proyecto.
Blanco en pisos y muros,
transparencias que aumentan la luminosidad, y pureza en las formas, convierten
a este despojado departamento en un excelente ejemplo de simplicidad y minimalismo.
Sin embargo no le faltan los
preciados toques de calidez, el antiguo ladrillo que ya mencionamos, y un largo
muro revestido en rústica madera. Así se logra un equilibrio perfecto.
Fuente: apartmentmag
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