Inspirados en los establos locales, dos diseñadores de Los Ángeles,
construyeron en Nueva Escocia esta cabaña como refugio para alejarse de la gran
ciudad.
A pesar de lo duro del clima en esta zona, sus dueños eligieron este lugar
ya que se enamoraron de las vistas y fue justamente esto lo que marcó la
implantación de la cabaña. Así es que siguiendo ese objetivo fueron buscando
cada una de las visuales que tenían alrededor para captarlas desde los
distintos ambientes de la casa.
En la etapa de
proyecto, recorrieron y fotografiaron el entorno en las distintas estaciones
del año, logrando captar los colores del paisaje según cada estación. Le dieron
color a este proyecto los pinos, cedros, abedules, arces, las rosas, los arándanos,
las frambuesas y según ellos, los diez diferentes tonos de azules, grises y
verdes del mar.
Absolutamente sencilla y bastante desprovista, la casa es simplemente el
refugio necesario para disfrutar desde el interior de las espléndidas vistas
que la rodean, pero con todo el confort y la calidez que hacen de ella un
espacio acogedor.
Fuente: The New York Times