En una vivienda de un tradicional
barrio de La Haya, se llevó a cabo una
ampliación en su parte posterior, que la diferencia del resto y de su propia
fachada.
La intervención propone un
contraste entre lo existente y lo nuevo, creando tensión en el espacio interior
donde un juego dinámico de tripe altura acristalada, balconeos desde los nuevos
entrepisos, un volumen que parece volar sobre el comedor y el contrapunto entre
lo clásico y lo contemporáneo, plantean un auténtico desafío formal y
constructivo.
Exteriormente también se
evidencia esta dicotomía, sobre el lado izquierdo del contrafrente de cristal,
la carpintería marca el ritmo de los cuatro entrepisos que se agregaron,
mientras que sobre el lado derecho se evidencian en su ritmo los tres niveles
existentes de la casa.
Con esta ampliación se logró
abrir el comedor hacia el jardín y conectarlo directamente con la cocina. Al
tener una gran altura, la luminosidad es óptima. Por encima vuela el vestidor
del cuarto principal y remata con un estudio.
Sobre la cocina se distribuye en
el primer nivel la despensa, en el segundo el baño que sirve al dormitorio
principal, en el tercero un office y remata con un jacuzzi en la terraza que
goza de unas vistas que nadie tiene en el barrio. Estos entrepisos y la escalera
caracol que los conecta, se diferencian del resto de la casa por el empleo de
los materiales: acero y madera laminada. En cuanto a la antigua escalera que
comunica el sector antiguo, guarda su fisonomía original.
Fuente: onekindesign; personal-architecture.nl