En este pueblo costero de playas
y acantilados, al sudoeste del Reino Unido, visitamos esta antigua casa
recientemente refaccionada para uso veraniego, cuya ubicación la diferencia de
todas las demás casas de la playa.
En un paisaje imponente, y con
una implantación casi única, se puede desde allí, sentir que se está en el mar,
pero sin estar mareado.
Se eleva sobre una isla mínima y
propia, a la cual se accede desde la playa por una interminable escalinata de
piedra, cuando hay bajamar, o desde un puente colgante de acero que une el
peñasco con la costa de acantilados, cuando hay marea alta.
Sus interiores son el resultado
de una interesante fusión entre un estilo contemporáneo neoyorquino y cierto
aire elegante propio de estas costas.
Una paleta de
azules, grises manchados de tinta de carbón y tonos neutros crean un ambiente
relajante, influido por el entorno costero.
La madera natural aporta
calidez, mientras que el blanco y el marfil de su interior aumentan la
luminosidad y sorprenden al visitante por su contraste con un exterior donde el
rojo de los techos y el verde del parque cargan la imagen de color.
Tiene todo lo necesario como
para pasar la jornada tanto dentro de la casa, como fuera.
Un lugar perfecto para el
descanso junto al mar.
Fuente: uniquehomestays.com
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