Ubicado en el Soho neoyorquino,este loft de fines del S XIX fue originalmente
una central eléctrica, de ahí su fachada típica de la arquitectura industrial
de la época.
Su dueño, el director y
productor cinematográfico Marcus Nispel, la ha transformado en una vivienda
espectacular de cuatro plantas, terraza verde y piscina interior.
Desde la ventana de medio
punto donde se ubicó un rincón de lectura la vista es más que atractiva.
En la primer planta se encuentra la piscina comunicada visualmente con el
estudio a través de un gran ventanal.
Este lugar de trabajo, de siete metros de altura está equipado con muebles
a escala. Por eso se adquirió una estantería antigua de la oficina de correo
para usar como biblioteca, una gran mesa que perteneciera a un convento y
luminarias que fueron parte de la utilería de una de las películas producidas
por el dueño.
Hacia el otro extremo de la planta el espacio continúa con el sector de la
cocina, que acompaña al conjunto, con su estilo industrial, para culminar con
el estar-comedor de más de diez metros de altura, rematando con una chimenea
rescatada de un castillo francés.
En el último piso, un estar más intimo se proyecta hacia la terraza, un
expansión amplia verde y fresca donde se puede disfrutar del aire libre desde
un bien equipado comedor bajo la pérgola de metal. Un verdadero oasis en la
ciudad.
En la parte alta del loft, donde se encuentra el sector más privado, se destaca
uno de los cuartos donde se aprovechó una lucarna existente de características
industriales para darle iluminación zenital a modo de cielo que se acompaña con
el mural de las paredes.
Todo el conjunto ha conservado el mismo tratamiento, muros de ladrillo a
la vista, vigas de hierro, enormes aventanamientos de carpintería metálica, que
se alternan con muros blancos y pisos de madera o laja negra según el sector.
Y todo esto vinculado por la gran escalera central, a modo de columna
vertebral, que comunica todas las plantas entre sí y culmina con una gran
lucarna que derrama luz en todo su desarrollo.
Fuente: elle.es