Así la define el arquitecto Alberto Marcos, cuando habla de su propia casa
por él diseñada.
Después de una larga búsqueda, el matrimonio halló este antiguo taller de
pintura. Luego de la intervención de Marcos el resultado fue el que podemos
apreciar en estas fotografías. Una casa muy amplia, confortable, con una
integración total de distintos sectores en un mismo espacio.
Aquí convive el estar familiar, el comedor y también el estudio o sector
de trabajo netamente profesional, además de la cocina, y en el entrepiso el
sector privado. Pero cabe destacar lo bien que cada uno de ellos ensambla con
el resto, aún los cuartos, que se integran sin perder privacidad.
Todo bajo una cubierta en la que se dejó a la vista la antigua estructura
original de cerchas de madera, lo que le da al espacio un valor adicional. Igualmente
los pisos han sido conservados y reacondicionados, pero son los originales.
Se irrumpe en este
gran espacio de doble altura con una majestuosa biblioteca de piso a techo, que
hace necesario valerse de una escalera y una pasarela para poder acceder con
total facilidad a los estantes superiores.
Al mismo nivel de la pasarela, pero sin comunicarse, se desarrolla un
entrepiso de estructura metálica y placas de astillas de madera y resina donde
se alojan los cuartos y el baño familiar.
El cuarto de los niños, fue concebido como una casa dentro de otra casa. Se
logró esto utilizando placas corredizas de madera que a la vez de delimitar el
espacio lo comunican o la aíslan del resto de la casa. Estas placas forman
parte del juego que el arquitecto propone al abrir en ellas pequeñas ventanas y
puertas que los niños pueden mover a su gusto.
El cuarto de los padres está
delimitado por un conjunto de muebles de roble hechos a medida, pero como el de
los niños no terminan de conformar un espacio definido y estático, sino que
todo goza de un dinamismo y una flexibilidad que es lo que caracteriza a esta
casa y de ahí “casa viva” como sus dueños la han llamado.
Fuente: amps.es
