Si bien se trató de
la reforma de un departamento de no más de 36 m2, al optarse por una
resolución que parte de un espacio único de doble altura con entrepiso, se
logró como resultado una sensación de amplitud impensada, considerando que se
contaba con tan poca superficie.
Esta idea se vio favorecida por varios
aspectos que se han tenido en cuenta, como las ventanas cenitales, que aportan
gran luminosidad y una vista infinita, y el tratamiento de la envolvente, donde
se utilizó el color blanco tanto para techos y muros, como para el solado. Solo
dos elementos arquitectónicos se diferencian del resto, son las vigas de madera
del techo y la baranda de hierro forjado del entrepiso. Sin embargo ambos elementos
han sido unificados a través del color, que por otra parte al haberse elegido el
negro se logró que se destaquen notablemente dentro de la luminosa caja blanca
que los contiene.
Dentro de este marco se
planteó un equipamiento donde se jugó con los tonos grises y los diferentes hilados
de los elementos textiles. Es así que se destacan las carpetas tanto del estar
como la del cuarto, la pared entelada sobre el exquisito mueble negro, los
variados tejidos de los almohadones y la manta del sillón, llegando por último
al detalle de la piel sintética de tapicería, que da calidez al cuarto.
Un detalle natural
dentro de tanto blanco y tanto gris, el verde de las plantas acertadamente
ubicadas sobre las alacenas que le dan una agradable vista desde el dormitorio.
Fuente: alvhemmakleri.se
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