Ubicado en el casco histórico de Brujas, Bélgica, este pequeño
departamento ideal para hospedarse unos días y recorrer tan encantadora ciudad,
se halla cálidamente ambientado en un estilo rústico, propio de una casa de la
campiña, pero con cierto aire elegante producto de un entorno urbano
inigualable y único que lo hace diferente.
Pequeño, acogedor, estratégicamente ubicado en la buhardilla desde donde
las vistas de la ciudad forman parte del placer de habitarlo.
Ambientes que llaman al descanso y transmiten un clima íntimo producto de
la utilización de una paleta de tonos neutros. En ellos se distingue la madera
antigua, rasqueteada y al natural, de cada uno de los muebles y objetos con los
que fue equipado el departamento. Mesas, sillas, un antiguo camastro, lámparas y
hasta los adornos de las paredes, lucen una madera añeja, cargada de historia,
que se muestra rústica, simple y despojada de todo lustre o laca que pudiera
embellecerla. Ya es bella así al natural, cargada de significado como pocos
materiales suntuosos podrían contener.
A esto se le suma la importante presencia de los textiles. Cortinados,
pantallas, y sobre todo tapizados y almohadones que con rústicas telas labradas
enfatizan aún más el carácter que se ha buscado imprimirle a este departamento.
Acompañado además por la utilización de piezas cerámicas que siguen el mismo
estilo.
Pero, el modo de combinar todos y cada uno de los recursos utilizados, ha sido llevado a cabo
con un criterio elegante y tradicional, como se puede notar en la forma de
componer ese pequeño tocador en el que espejo y apliques de luz forman un
conjunto distinguido y rústico a la vez.
Fuente: booking.com
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