Rodeada por bosque, esta cabaña de fines del
siglo XIX, fue adquirida por nuevos propietarios que comprendieron que su
principal valor estaba en su marcado acento de “cabaña nórdica de la época de
sus bisabuelos”.
De ahí que se tomara la decisión de
recuperar ese aire, apacible y sereno que le conferían los materiales
originales, con sus texturas y formas.
Se respetó el modo de ambientar de aquella
época pero se refrescó con nuevos aires y se inundó de luz. Todo esto como resultado
de los diseños textiles, los colores de los muros y de los pisos, y los nuevos
tonos del mobiliario.
Así, bañada de luz, esta cabaña luce tan
encantadora como al principio, pero más alegre y acogedora que entonces.
Fuente: dagbladet.no