En un marco rural, se
reconstruyó esta finca ubicada en Filadelfia, Pensilvania, que data de
principios del 1.800.
De línea rústica, su morfología
está conformada por grandes volúmenes de piedra, la que se ha ido calando para reemplazar
este material por paños de vidrio.
Si bien es un cambio que no
altera su fisonomía original, le da una imagen un poco más liviana, descomprime
los espacios interiores y los proyecta hacia el exterior. La relación interior
exterior, originalmente inexistente, le aporta mayor espacialidad y
luminosidad, dotando a los ambientes de la posibilidad de disfrutar de su
entorno verde.
Se conservaron los elementos
estructurales originales. Antiguos maderos que fueron cepillados y restaurados
para pasar a ser protagonistas del espacio interior, junto con los antiguos
muros de piedra y en algunos lugares de ladrillo.
Madera en pisos, vigas, cabreadas
y dinteles; piedra en muros y solados; y antiguos ladrillos; se combinan con el
cristal, la luz y las vistas de un entorno verde vibrante que por momentos
entra en el espacio.
Otro elemento que combina
armoniosamente con la propuesta es la escalera, que se prolonga en un puente
que atraviesa un espacio de doble altura. Su baranda de exquisito diseño
orgánico con motivos de ramas y hojas da frescura y con sus líneas curvas, equilibra
la rigidez propia de la piedra.
Fuente: onekindesign.com
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